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Cari Terraneo

LA VAGINA ES DIVINA

 

¿Cuántas veces te pasó que sentís malestar, ardor, picor, olor, en la zona vulvar?

 

¿Cuántas veces acudiste a tu ginecóloga de cabecera? ¿Y cuántas veces repetiste tratamientos

antibióticos para disminuir la carga de microorganismos?

 

En esta entrega la Dra. Farmacéutica Cari Terraneo y la Dra. Ginecóloga Cristina Montero, te explicarán cómo funciona este maravilloso mundo.

 

La acidez del medio vaginal, es una forma de defensa de la vagina para dificultar las infecciones por parte de los gérmenes. Por tanto, las situaciones que alteran el pH favorecen a su vez las infecciones.

 

Para mantener el pH ácido de una vagina “sana” la mucosa está colonizada por los lactobacilos o bacilos de Döderlein, que producen ácido láctico a partir del glucógeno de las células de revestimiento de la vagina. Cuando los lactobacilos disminuyen aumenta el pH vaginal y por tanto la tendencia a infecciones y al disconfort.

 

Mantener el ph y la humectación adecuada, junto con una antisepsia mínima y eficaz, sumado a una acción descongestiva y reepitelizante de la mucosa, con un producto de uso diario, te permitirá, aportar un bienestar y confort, en el que cada día tu vagina lo sentirá.

 

En esta nota, descubre por qué las alteraciones en el sensorial de tu vagina pueden prevenirse.

 

 

El ecosistema vaginal está formado por diferentes mecanismos que colaboran en mantener sano el tracto genital femenino, como la composición del epitelio vaginal o la flora habitual, dirigidos en gran parte por la función del sistema endocrino y en colaboración con el sistema inmunológico.

 

La vagina se mantiene sana y limpia mediante algunos sistemas protectores muy ingeniosos, siendo el más habitual de ellos el mantenimiento de un medio ácido que, curiosamente, se mantiene así gracias a la acción de una bacteria que se encuentra presente en la flora habitual de la mucosa vaginal. Estas bacterias llamadas lactobacilos o bacilos de Doderlein, se alimentan del glucógeno (azúcar) que se almacena en las células de la pared vaginal y lo metabolizan convirtiéndolo principalmente en ácido láctico y peróxido de hidrógeno (entre otras sustancias), lo cual contribuye a que la mucosa vaginal mantenga un entorno ácido, con un pH de aproximadamente 4.0 durante la edad fértil.

 

 

Factores que pueden afectar el ecosistema vaginal

 

Ciclo menstrual: Durante la menstruación, el ambiente vaginal se hace menos ácido (pH 6 o más), pues los lactobacilos descienden debido a que se unen a los hematíes de la sangre menstrual en lugar de mantenerse en las células epiteliales que recubren la vagina. Esto hace que, periódicamente, la mucosa vaginal se encuentre desprotegida al mantener durante unos días un entorno alcalino favorable a los microorganismos patógenos.

 

Uso de productos intravaginales: Como duchas o agentes secantes. Este tipo de productos destruye la capa protectora de moco vaginal y con ella la flora natural que contribuye a mantener el equilibrio ácido.

 

Contraceptivos hormonales: El uso de estas sustancias altera los niveles normales de estrógeno y progesterona, con lo cual el equilibrio de la mucosa se ve alterado a su vez.

 

Lactancia: Puede interrumpir la ovulación y provocar una situación de reducción de estrógenos. Al mismo tiempo, se reduce la presencia de glucógeno en el epitelio vaginal, con lo cual el pH aumenta y la mucosa se convierte en caldo de cultivo para los patógenos.

 

Antibióticos: La acción de los antibióticos no se limita a destruir los patógenos del organismo sino que muchas veces también provoca un descenso de «los microorganismos buenos», de la flora natural que puebla las mucosas y cuya acción equilibra los niveles de acidez y la integridad del epitelio.

 

Menopausia: Durante la menopausia se producen cambios vaginales debido a la falta de estrógeno. La vagina y el vestíbulo vulvar (espacio a la entrada de la vagina) disponen de receptores de estrógeno, pero tras el inicio de la menopausia (perimenopausia), el estrógeno provoca una disminución de las capas epiteliales y de la deposición de glucógeno en las paredes mucosas, con lo que el metabolismo del glucógeno en ácido láctico y ácido acético se ve alterado. Además, el estrógeno también mantiene la vascularidad vaginal y por tanto ayuda a una lubricación normal, por lo que tras la menopausia, la vagina se vuelve más seca y por lo tanto pierde eficacia en su labor de higiene y también aumenta su fragilidad epitelial.

 

Respuesta inmunitaria

El sistema inmunológico femenino ha evolucionado hasta conseguir un delicado equilibrio entre su papel en la protección del tracto genital frente a todo tipo de infecciones ante las que se encuentra muy expuesto por la función que cumple como receptor en la penetración, y al mismo tiempo la necesidad de modular el ataque inmunológico frente a los cuerpos extraños que son el esperma y, en caso de embarazo, el feto.

 

¿Y QUÉ PASA CON EL PH VAGINAL?

 

El pH de un medio es la concentración de iones de hidrógeno que contiene.

Un pH neutro es igual a 7, el que está por debajo de 7 es un pH ácido y el que está por encima un pH alcalino.

 

Cómo cambia.

Durante la infancia y hasta la pubertad el pH de la vagina es neutro, alrededor de 7.

Durante la edad reproductiva este pH disminuye y se vuelve más ácido (entre 4 y 5) y posteriormente durante la menopausia vuelve a ser un pH neutro.

En la mujer en edad fértil durante la menstruación la vagina se hace más alcalina por efecto del pH de la sangre que es básico y la máxima acidez se produce en la fase premenstrual.

 

Cómo mantenerlo en equilibrio.

Cuando se produce una infección vaginal el tratamiento antibiótico puede hacer desaparecer o bien disminuir los lactobacilos de la vagina y por tanto producirse una alcalosis en vagina que favorece la aparición de nuevas infecciones. Para restablecer la flora lo antes posible es adecuado aportar un ph adecuado para que así los bacilos de Döderlein aporten el ph óptimo para la proliferación de la flora natural y así generar el microbioma vaginal.

 

En resumen, todos estos mecanismos forman un delicado engranaje de acciones enlazadas que dependen íntimamente unas de otras, que se estimulan entre sí y que deben ser entendidas como un todo articulado, que contribuye a proteger el tracto genital femenino de su mayor exposición a patógenos externos, aunque pertenezcan a sistemas diferentes y aparentemente tengan actuaciones independientes.

 

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