¿SABÉS CUÁL ES LA DIFERENCIA ENTRE UN ACROCORDÓN Y UNA VERRUGA? 

Vení que te cuento…

En estética, distinguir correctamente las lesiones cutáneas es clave para ofrecer tratamientos seguros y éticos. Dos de las más comunes —y confundidas— son los acrocordones y las verrugas. Aunque ambas son benignas, su origen, comportamiento y abordaje son muy distintos.

¿Por qué hablar de acrocordones y verrugas?

Porque más allá de lo médico, estas lesiones generan incomodidad estética y emocional. En una sociedad donde la piel “perfecta” se asocia con salud, juventud y belleza, su presencia puede afectar la autoestima y motivar la búsqueda de soluciones, incluso cuando no representan un riesgo clínico.

Acrocordones: los fibromas blandos

También conocidos como skin tags, son crecimientos benignos de piel que cuelgan como pequeñas protuberancias. Suelen aparecer en zonas de fricción como cuello, axilas, párpados o ingles. No son contagiosos ni tienen raíz profunda: se originan en la epidermis y están compuestos por colágeno y vasos sanguíneos.

¿Por qué aparecen?

  • Predisposición genética.
  • Sobrepeso o resistencia a la insulina.
  • Cambios hormonales.
  • Fricción constante en pliegues.

Su tratamiento es estético y puede realizarse con técnicas como plasma pen o electrocoagulacion, siempre bajo supervisión profesional.

Verrugas: cuando la piel habla de virus

Las verrugas son lesiones causadas por el virus del papiloma humano (VPH). El virus ingresa por microlesiones y se aloja en el epitelio basal, generando una proliferación celular anómala. Pueden aparecer en manos, pies, rostro, genitales, uñas o mucosas, y sí son contagiosas, tanto por contacto directo como por objetos contaminados.

¿Tienen raíz?
Sí, y es viral. Por eso, aunque puedan parecer superficiales, requieren diagnóstico médico y abordaje específico. En estética, solo se tratan si hay derivación y autorización profesional.

¿Por qué es importante diferenciar?

Porque como profesionales de la estética, no solo embellecemos: educamos, prevenimos y cuidamos. Reconocer un acrocordón y distinguirlo de una verruga nos permite actuar con responsabilidad, evitar riesgos y ofrecer tratamientos adecuados.

Además, esta distinción abre la puerta a hablar de cuidado de la piel, higiene, prevención y salud emocional. Porque cada lesión tiene una historia, y cada piel merece ser comprendida.

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